- TXT: Loreto Oda
- IMG: Moira Muñoz
Carolina Labaki te ve y te regala una sonrisa. De esas amplias, sabrosas y sinceras. La risa parece ser uno de sus ingredientes favoritos, porque la tiene a mano y recurre a ella cada tanto. Esta brasileña, oriunda de São Paulo y que lleva cuatro años en Chile, también sonríe con la mirada, en especial, cuando habla de sus postres y de esos bombones que ahora vende en Gelato Xocolat, proyecto que tiene junto al chef belga Mathieu Michel. Son creaciones deliciosas, bellas y algunas con sabores no tradicionales, porque esta amante del diseño, el dibujo y la cocina no tiene miedo a mezclar. Aquí, su manifiesto.
Siempre dibujo los postres que voy a hacer. Cuando pienso una receta, son súper importantes las texturas y colores, cómo se ve, porque creo que siempre tienes que apreciar con la mirada antes de comer.
La paciencia es clave, porque todo en la repostería necesita tiempo. Hay que decir que la repostería no es para todos.
Mi primer recuerdo en la cocina tiene que ver con el primer libro que tuve, que era de recetas y venía en inglés. Me lo regaló mi abuela cuan- do tenía seis años y con ella cocinamos todo lo que salía ahí.
Es muy importante hacer lo que te gusta y ser verdadero en lo que haces y con la gente, tanto con las personas que trabajas como con tus clientes.
La repostería es algo que amo con todo mi corazón.
La primera vez que fui a París, a los 18 años, fue justo cuando no sabía si dejar la joyería y el diseño para meterme a la cocina, y allí me di cuenta de que en verdad se podía hacer lo que yo quería: llevar el diseño a la repostería. Hacer joyas, pero comestibles.