Imagina que entras a un bar sin la sensación de que te miran porque vas sola. Que te sientas en la barra sin que te pregunten si esperas a alguien. Y que disfrutas de tu cocktail favorito sin escuchar el clásico ¿y por qué tan solita?. No vale esconderse en la pantalla del celular; aquí hablamos de puro y simple disfrute. Lo que viene es un recorrido por barras que, a solas, se sienten más que cómodas.
Polvo Bar de Vinos
¿Cuántos son? ¿Tienes reservas? Pregunta de entrada la anfitriona de Polvo Bar de Vinos, el restaurante de calle Constitución ubicado a un costado del hotel boutique Castillo Rojo. Una pregunta que si bien puede incomodar a quien llega sin compañía, tiene razón de ser: el local suele llenarse. Superado el trauma inicial, la barra de Polvo es tranquila y una muy buena alternativa para ir sola. De partida, porque de las 150 etiquetas que por lo general hay en carta, 16 se pueden pedir por copa, junto con opciones perfectas para un picoteo individual, como el Brie ahumado con tomate, el Pastrami casero o las ostras frescas con choritos en escabeche y ajo blanco. Un festín de esos que no dan ganas de compartir, menos cuando la panera está a cargo de La Popular Pizza y Pan.
“Todavía en Chile hay prejuicios, o falta de cultura gastronómica. Se piensa por ejemplo que no se puede comer en la barra”, explica Santi Aladro, sommelier a cargo. Y la de Polvo Bar de Vinos, llama; hoy todavía más con su nueva carta de coctelería clásica, con opciones como el Champagne Cocktail con espumante, azúcar, cognac y zeste de limón, o el Hanky Panky, mezcla de gin, vermouth, Fernet y jugo de naranja creada a principios del siglo XX por Ada Coleman, head bartender del Hotel Savoy en Londres. ¿Qué esperas?
Instagram: @polvo_bardevinos
Prima Bar
Una barra sin mesas detrás, decorada con frascos de encurtidos y charcutería hecha ahí mismo, más la posibilidad de mirar la cocina, es la puerta de entrada de Prima Bar. Es una barra generosa en vermouth, bitters, licores y macerados caseros, de opciones frescas como el Vermú y soda –con un toque de fermentado de cítricos de la casa–, y donde las Prima lovers son las protagonistas. “Es divertido porque según nuestras estadísticas, 65% de las personas que vienen a Prima son mujeres”, explica Kurt Schmidt, dueño de Prima y 99 Restaurant, el mismo que es parte de los 50 Best Latinoamérica.
“En Prima no es raro ver a mujeres solas sentadas en la barra; y quizás porque no hay mesas atrás, no las jotean”, explica Schmidt. Tampoco lo es escuchar a alguno de los bartenders dirigirse por el nombre a alguna de sus clientas y preguntar: ¿el de siempre?. “Más allá de las modas o de las puestas en escena, lo que buscamos en Prima bar es generar un ambiente que acoja, que te sientas como en casa. Y eso las mujeres lo sienten al tiro”, cuenta Kurt Schmidt.
Instagram: @primabar
Siete Negronis
Sentarse en una de las 100 mejores barras del mundo [según World’s 50 Best Bars] es la propuesta de Siete Negronis, abierto en 2016 por cuatro amigos cantineros. Además de ser una barra entretenida, donde cada cocktail es un espectáculo, los bartenders conversan animadamente y los asiduos se saludan, hay cerca de 300 etiquetas para elegir –algunas traídas incluso en las maletas de los dueños–. “¿Mujeres solas? Sí, es cada vez más común, aunque todavía son más las extranjeras. En las mesas no se usa, pero la barra es otra cosa; te da esa posibilidad de conversar, de interactuar si quieres, de tener una atención personalizada y eso cada vez se está aprendiendo a valorar más”, explica Rodrigo Otaiza, uno de sus dueños.
De la carta con siete opciones de negroni, es imprescindible tentarse con un Celebration, con el que Matías Supan [otro de los dueños] ganó el World Class Chile 2018, y que combina Johnnie Walker Gold Label Reserve, té matcha, manzana verde, Chartreuse, jugo de limón y bitters Peychaud’s.
“Entre nosotros conversamos mucho sobre servicio, sobre qué hacer en determinadas ocasiones y la gracia de una barra como ésta es que estamos siempre pendientes de quienes tenemos al frente, si vemos alguna situación incómoda actuamos inmediatamente, ni siquiera nos preocupamos por la cuenta”, recalca Rodrigo.
Instagram: @sietenegronis
Bar La Providencia
Quizás por detalles como la posibilidad de usar los cubiertos del desaparecido Hotel Carrera, por su diseño o su llamativa coctelería de autor que incluye animales plásticos y copas de cristal tallado, es que la pequeña barra de Bar La Providencia se llena.
“En el caso de las mujeres que vienen solas, somos especialmente cuidadosos. No aceptamos faltas de respeto como que un abacanado mande un cocktail de regalo, por ejemplo. Eso no va, a menos que la mujer esté hablando con él. Si insiste, le comunicamos inmediatamente a la persona que no puede entrar más al bar”, explica Paula Nazal, una de las dueñas.
La experiencia termina siendo más que mimada, seguro porque las bartenders, como Fernanda Escobar, también son mujeres, además de guapas y estilosas. ¿Qué elegir? Un atrevido Coyote, con Cynar, gin, jugo de naranja y reducción de vino rosado; o el emotivo La Pau con vodka, limón y el sabor de los caramelos de violeta de antaño. Para comer, de una carta más que golosa, se roba la película la Malaya Power, un chanchito tierno y de costra crujiente que viene con cebolla cortada al estilo de un ceviche.
@barlaprovidencia
Bar Don Rodrigo
Sin duda, el bar de barrio más querido, que frente al cerro Santa Lucía se anuncia con letras de neón rojas. Fue fundado en 1988 por Guido Vallejos, autor de la revista Barrabases, y debe su nombre a un personaje de Pepo, el caricaturista de Condorito. Es un bar añoso, de muros tapizados en paño escocés, garzones de humita y una barra donde apenas caben siete personas. Y, según cuenta la leyenda, es además uno de los últimos piano bares de la capital.
La barra es comandada por don Santiago, barman de lugares otrora emblemáticos como el Bar City o el Chez Henry. No esperes grandes aspavientos ni mucha conversa; lo que hace único a este lugar es la simpleza: hay tragos clásicos, combinados y schop de medio litro. Pura nostalgia que se disfruta junto a un pocillo de pasas y maní.
Victoria Subercaseaux 355, Santiago. Teléfono: 226396261